XIV


Una morgue en el cielo de la boca.


Retumban las explosiones
los pies más cerca del pecho
en el estrecho universo de esta tierra del fuego.
Un estremecimiento
sobreviene a otro,
la cabeza en cueros.

A los labios llega con su pañuelo blanco
la sangre libre, lo único en libertad
con su pequeño oxígeno frío y sin ecos.
La sangre, esta sangre mía, más viva que yo.

Hasta mi boca el llanto acalla
la rabia de mi verbo
las blasfemias a vuestro nombre.

Si no estoy aquí
si bajo estos harapos ya no estoy aquí
quiero llenarme del olor a campo vivo
a aceitunas verdes y trigo seco
a aurora tiznada
al carmín negro de la noche
al patio blanco y salado
en los carrillos de la infancia.

Si no estoy aquí
quiero volver a oír el redoble obstinado
–de mi pecho, del tuyo, qué más da–
las constantes sonoras de un abrazo
las caricias con culpa de los besos
el columpio del aire entre las ramas
la deliciosa canción del mar.

Pero tengo frío,
mi único saldo todavía.
Frío de lápida sin nombre
frío de la palabra Nunca
frío de la memoria que esconde
bajo su alfombra el olvido.


Réquiem por un hombre cualquiera está publicado en Ediciones Vitruvio (2013).