Hay en Praga un río de
sombras
un corazón espeso
colillas desvividas
silencios rotundos como
el de la muerte.
Hay un pecio de
banderas
viejas adonde no llegan
los ojos
un presente que olvida
su huella
un violín que siempre
aguarda.
Hay en Praga un
castillo de juguete
melancólicas piedras
con arrugas en las manos.
Hay un reloj acostado
en penumbra
un duelo hambriento
inmerecido
un ratón que deshabita
un libro
en una calle fría,
un guardián de palacio
con la vista cansada.
En Praga hay un diván
con dos ventanas.